Todos, tarde o temprano en la vida, tendremos que enfrentarnos a una de las cosas emocionalmente más duras de llevar: la pérdida de un ser querido. El inmenso dolor y profunda tristeza que trae la muerte de un familiar cercano o un verdadero amigo, es algo a lo que nunca se está realmente preparado. Siempre hay un punto de inconsciencia, que nos hace creer que disponemos de tiempo eterno para estar con las personas que nos rodean en esta vida. Pero no es así, de repente llega el día en el que el adiós se convierte en la realidad del momento, y el golpe nos hace ver todo el tiempo perdido en banalidades o preocupaciones ridículas. Entonces durante unos días, aprendemos a vivir en consciencia valorando realmente cada instante. Sin embargo, solo algunos modifican permanentemente su estado de consciencia, viviendo en el agradecimiento y la admiración de cada segundo de su nueva vida. 

Cuando nos enfrentamos a la perdida, tanto repentina como esperada de un ser querido, se encoge literalmente el alma, sentimos el vacío profundo en nosotros, el estómago se cierra, una dolorosa presión en el pecho refleja nuestro corazón retorcido de pena. El cuerpo se prepara para pasar un duelo al que la mente no acaba de comprender. Aparecen los pensamientos de miedo, de dudas, de preguntas sin respuesta, todo un proceso que se resiste a la aceptación. 

¿Cómo pasar el duelo?

Ante esto, creo que todos debemos recurrir a nuestra sabiduría interior. 

  • Es preferible mirar hacia dentro más que hacia fuera. 
  • Sostener el tan necesario llanto, que alivia y libera hacia fuera el sufrimiento interno. 
  • Conectar con el silencio y permanecer en él, permitiendo que llene todo el espacio si fuera necesario.
  • Evitar palabras vacías de relleno para evitar la incomodidad del dolor, ya que eso solo sería una superflua acción que no ayuda en el proceso. 

Muchas personas intentan desviar su atención del dolor a través de distracciones. Esto ayuda a darle un respiro momentáneo a la mente y al cuerpo, sin embargo, es un gran error que se convierta en el recurso permanente para pasar el duelo. Es crucial dedicar el espacio y el tiempo necesario, a sentir el dolor emocional e incluso físico.

El duelo nos prepara para la nueva realidad.

Debemos, por lo tanto, pasar el duelo por muy difícil que sea, si no lo hacemos, nunca estaremos preparados para dejarlo atrás, y mirar al ser querido que se ha ido, desde la alegría y la paz. 

El tiempo transforma el dolor en aceptación si se vive desde la consciencia.

En momentos así, se agradece disponer de recursos de gestión emocional, para recuperar el equilibrio y tener cierta perspectiva cuando el cuerpo, la mente y el corazón se hunden en la tristeza inevitable. 

¿Qué acciones nos pueden ayudar a pasar el duelo?

  • Respiraciones profundas y conscientes.  El cuerpo literalmente se encoge, la respiración se vuelve superficial, concentrada en la zona alta de los pulmones. El cansancio físico es tal, que bloquea la mente y el estómago para todas las actividades cotidianas. Por ello es muy importante ir haciendo respiraciones abdominales de forma consciente, y soltando de golpe el aire por la boca. Al menos esto permitirá oxigenar nuestro cuerpo dándole un respiro, aunque ello no nos libre del dolor emocional. 
  • Mindfulness. Si algo se vuelve “loco” en un caso de pérdida, es la mente. El bombardeo de pensamientos con recuerdos y el miedo a la incertidumbre del futuro hace que el cuerpo siga en el bucle de tristeza, miedo y sufrimiento. La tristeza hay que sentirla, pero hay que aprender a distinguir entre los pensamientos que nos ayudan a pasar el duelo, porque simplemente son recuerdos, de los pensamientos saboteadores que nos llevan a pensar que no seremos capaces de gestionar el futuro.  La práctica del Mindfulness o atención plena, nos permite llevar la mente al aquí y ahora contemplando la tristeza desde una perspectiva más serena y sin juicio.  
  • El descanso. Dormir se convierte en un auténtico reto. La respiración y la meditación ayudarán a calmar la mente y con suerte el propio cansancio hará el resto. Desconectar móviles y dosificar las llamadas, permitirá encontrar momentos de silencio que ayudarán a desconectar y descansar.
  • Dar paseos tranquilos. Si es posible cerca de la naturaleza o por un parque en las ciudades. Esto incrementará los efectos beneficiosos. Pasear en silencio, ayudara al cuerpo a mover las energías y soltar poco a poco las tensiones y el dolor emocional. La naturaleza ayuda a conectar con la calma.

El consuelo.

La diferencia entre culturas y religiones hacen que una muerte se mire desde el mero tránsito hacia otro lugar mejor o el final definitivo de todo. Sin embargo, por encima de todo ello, existe una ley física Universal que confirma lo siguiente: 

“la energía ni se crea ni se destruye solo se transforma».

Apoyándonos en esta ley, la primera chispa eléctrica que arranca el corazón a las 16 semanas de gestación, iniciando la vida, nunca desaparece. Aunque llegado el momento se apagara el interruptor, la energía vital, sigue existiendo en alguna forma. Podemos dejar a nuestras casas sin luz bajando el diferencial, pero no por ello la luz deja de existir. 

Cada persona deja una huella en la vida de los demás. No son las posesiones, ni los regalos, ni si quiera los sermones que damos lo que queda, sino la Esencia de ese ser que con su presencia inspiró a otros incluso sin darse cuenta. La bondad, la alegría, las ganas de aprender, la generosidad, la sabiduría, el amor… eso es nuestro verdadero legado. Como decía el principito: Lo esencial es invisible a los ojos. 

Pasamos la vida buscando y desarrollando nuestros talentos para realizar actividades sin darnos cuenta que nuestro verdadero talento, nuestro mayor DON, somos nosotros mismos. Nos empeñamos en mejorar cuando nuestra Esencia ya es perfecta si la dejamos expresarse con libertad y sin miedo. 

Einstein escribió en una carta a su hija Lieserl: 

Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no haya sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el AMOR

Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas. El Amor es Luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El Amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El Amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo

Carta de Einstein a su hija lieserl

Aunque la carta de Einstein era más larga, quiero quedarme con eso. La energía vital de la que procede esa primera chispa eléctrica que origina la vida, la fuerza que genera vida, es el AMOR. Y ese amor incondicional que damos cuando nos permitimos ser nosotros mismos sin miedo, es la grandeza que dejamos en este mundo físico. 

Nuestro propósito de vida es Ser auténticos mostrando ese don, porque es así como nuestra huella será profunda en los que quedan. 

Desde ICC, te ayudamos en ese proceso de autoconocimiento para reconectar con tu Esencia y potenciar tu don. 

Ana Madrazo

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