La tristeza al igual que la rabia y el miedo son una de las emociones básicas necesarias para la evolución y supervivencia del ser humano.  Es cierto que estas tres emociones y principalmente la tristeza se relaciona muchas veces con falta de felicidad y por lo tanto la rechazamos. Sin embargo, el hecho de rechazarla no nos exígeme de sentirla. 

Para comprender mejor la tristeza, debemos resaltar la diferencia entre:

  • La emoción de tristeza 
  • El sentimiento de tristeza. 

La emoción es simplemente una reacción fisiológica innata que se produce en el sistema límbico, es decir el centro emocional del cerebro, y por lo tanto es espontáneo e intenso. La emoción es de corta duración y su efecto en nuestro cuerpo en forma de sensaciones obvias, dura solo 90 segundos. Todo lo que pasa de este tiempo se convierte en sentimiento. 

El sentimiento por el contrario se produce en el neo córtex, es decir requiere de consciencia y se origina a través de pensamientos reiterados, aparece lenta y progresivamente. Su efecto físico, no tiene porqué ser observable. 

Para qué sentimos tristeza

La tristeza no solo nos ayuda a superar pérdidas y realizar un duelo adecuadamente cuando muere un ser querido, también nos ayuda a cerrar y despedir etapas para abrir otras nuevas, y así poder avanzar en la vida. 

Para muchas personas la tristeza resulta incómoda. Tanto al sentirla en sí mismos, como ver a otros llorar o sufrir, es algo que evitan a toda costa. No obstante, igual que ocurre con la rabia, basta que evitemos una emoción, para que nos acabe persiguiendo constantemente a lo largo de nuestra vida. Permanecerá en nosotros hasta que decidimos afrontarla y darle el espacio que merece. 

Por qué evitamos la tristeza 

El hecho de evitar la tristeza se debe a creencias inconscientes que tenemos desde pequeños. Es muy probable que cuando éramos niños y nos hacíamos daño o nos dolía alguna situación que nos provocaba tristeza, nos dijeran: ¡venga no llores, que estás muy feo llorando! El mensaje subliminar que escondía esa frase, que seguramente te habrás encontrado repitiéndola en alguna ocasión, es que llorar y sentirse triste está mal. Había que salir rápido de esa emoción y sentir alegría. También podría escuchar algo como: ¡no llores que tú eres valiente!, inconscientemente se relacionaba llorar con ser débil, y esto también estaba mal, hay que ser valiente y fuerte en todo momento. Ahí aparece el inconsciente rechazo a sentir tristeza y ver a otros sentirla. Eso no significa que no la sintamos físicamente, sino que no nos la permitimos expresar, y es ahí donde comienzan los problemas. 

La tristeza en muchas personas se tapa con falsa alegría. Sonríen y parece que tienen una alegría constante en su vida por que intentan a toda costa mostrarlo en su rostro y en sus actos, sin embargo, esconden una tristeza profunda en su interior que han tapado durante años mirando hacia otro lado, porque en algún momento les hicieron creer que no debían sentirse tristes o débiles. 

Las consecuencias de no gestionar la tristeza

La emoción de tristeza ya hemos visto que es solo una reacción fisiológica de corta duración, así que lo que tendremos que gestionar es el sentimiento de tristeza que perdura en el tiempo y que si lo ignoramos es cuando puede conllevar problemas. 

El sentimiento de tristeza está vinculado a pensamientos y creencias inconscientes, de ahí que podamos sentir tristeza, pero no sepamos a qué es debido, porque todo ocurre a un nivel inconsciente. 

La emoción proviene del término e-motion que significa energía en movimiento. 

Cuando evitamos el sentimiento de tristeza o lo sentimos, pero miramos hacia otro lado, estamos bloqueando el movimiento de la energía asociada a la tristeza en nuestro cuerpo. Para ser más exacta, la tristeza se tiende a acumular en los pulmones. De ahí que personas que tienden a sentir depresión, o tristeza profunda por vivir alguna etapa difícil, les puedan aparecer enfermedades relacionadas con el sistema respiratorio, como bronquitis, pulmonía, asma… 

Cómo gestionar mi tristeza

Tanto si reconoces que sientes tristeza, pero lo único que haces es quejarte y seguir sintiéndola, como si tratas de ignorarla mirando hacia otro lado, no estás gestionando bien la tristeza.  ¿Qué debemos hacer entonces? A continuación, te propongo varios pasos para gestionar tu propia tristeza. 

  1. Reconocer que estás sintiendo tristeza. Puede parecer obvio, pero cuando por nuestro sistema de creencias nos hemos prohibido sentirnos tristes, teniendo que ser fuertes, tirar hacia delante con todo, poniendo una sonrisa a todo el mundo para parecer que todo va fenomenal, nos estábamos engañando a nosotros mismos. A la larga, eso no lleva a ningún lado.  
  2. Quitarnos el miedo a sentir la emoción de tristeza. Una vez reconocida vamos a reflexionar qué relación tengo yo con la tristeza. ¿Me da miedo sentirla?, ¿siento rechazo hacia ella?, ¿qué creencias limitantes podría estar teniendo en torno a dicha emoción?
  3. Poner nuestro foco hacia nuestro interior. Queremos gestionar emociones mirando hacia fuera. Cuando queremos ocultarlas al mundo, estamos poniendo nuestro foco en el mundo. Cuando nos quejamos de lo que sentimos, delante de los demás, estamos poniendo nuestro foco en los demás. Poner el foco hacia el interior, significa que nuestra mirada y consciencia debe dirigirse hacia nuestro cuerpo. 
  4. Permitirse sentir la emoción de tristeza. Una vez que hemos localizado la emoción en nosotros y la hemos reconocido, debemos permitir a la energía de la tristeza que comience a moverse expresándose libremente. A veces puede incluso provocarnos dolor físico, malestar como presión en el pecho, pero nuestro foco debe seguir observando sin juicio lo que sucede con dicha energía.
  5. Escuchar su mensaje. La tristeza nos suele traer un mensaje de nostalgia que nos ancla en un pensamiento del pasado. El amor que parece que no tenemos ya, la presencia de un ser querido que se ha marchado y no volveremos a sentir, la necesidad de decir adiós por última vez. Pude ser realmente doloroso, pero debemos escuchar ese mensaje que guarda el dolor en su interior.
  6. Escribir una carta. Una forma liberadora de permitir a la tristeza que vuelva a fluir en nosotros y poco a poco se vaya, es escribir una carta, que jamás llegará a su destino. Solo servirá para nuestra sanación y después romperemos y tiraremos en un ritual de despedida. Esa carta puede ser a ese ser querido que ya no está, o a esa relación que se terminó, o incluso a nuestra niña o niño interior por haberse sentido solo y dolido tantos años. 

Como ayudar a otros a gestionar su tristeza

“Lo mejor para poder ayudar a otros, es haber recorrido nosotros el camino primero”.

Cuando comprendemos que la tristeza es necesaria, y forma parte de la vida de todo ser humano. Cuando entendemos que sentir tristeza es bueno y sólo esconde un mensaje valioso para el que la siente, nos permitimos darle el espacio que se merece y también permitimos a otros que se lo den. 

Si queremos ayudar a otra persona a gestionar su tristeza podemos seguir los siguientes pasos:

  1. Permítele que llore o se exprese.
  2. Escúchale activamente si habla. Si escuchas de verdad no le darás consejos, quizás un simple: ¡aquí estoy, para lo que necesites! o un abrazo si la otra persona está receptiva a ello, serán suficientes. 
  3. Ayúdale a que ponga su foco en su interior y entre en contacto con su emoción. Si tú lo has hecho, te será más fácil ayudarle. 

Descubre otras herramientas de gestión emocional.

Recuerda que cada emoción debe ser bienvenida y escuchada por igual, porque traen un mensaje valioso que te quieren dar.

Ana Madrazo

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