El estado de inconsciencia eficiente en una #organización se logra cuando la organización consigue que la calidad del trabajo realizado fluya de manera natural. Sin desperdicios. Sin sobre esfuerzos. Sin tensiones.

 Autonomía funcional

Este estado depende enormemente de la autonomía funcional de los propios equipos que la componen y sus trabajadores. Es decir, de su capacidad de cumplir con las acciones mínimas de supervivencia cotidianas (Barthel, 1955, citado por Barrero, Arrioja & Ojeda, 2005).

Y si la supervivencia se asocia a menudo con la capacidad humana de sacar el máximo rendimiento a un uso mínimo de recursos y energía, entonces concluiremos que el estado de inconsciencia eficiente se logrará cuando su organización sea autónoma y sobreviva fácilmente a los cambios del entorno con un uso mínimo de tiempo.

Por dónde empezar

El primer paso es salir a activar el estado de alerta ante frases como:

  • “no sabemos lo que tenemos que hacer”
  • “nos pasamos el día corriendo”
  • “el cliente está muy descontento”
  • “esto es un caos”

Entender que esto “no es lo normal”, ni “es lo que hay” y entender que se puede trabajar bajo un ritmo agradable, es el primer paso para pasar del estado de inconsciencia ineficiente a consciencia ineficiente.

En este punto, aceptamos que hemos perdido el control de las operaciones. O no somos capaces de dar valor a nuestro cliente, o para hacerlo hemos dejado de ser competitivos o ser sostenibles con nuestro equipo.

Dejamos de ser competitivos cuando los problemas siempre se solucionan “poniendo más personas o más recursos”. Dejamos de ser sostenibles cuando traspasamos el problema a nuestros trabajadores sin posibilidades ni ayuda para mejorar el escenario actual.

Ayudarles no significa automatizar ni incorporar una nueva herramienta 4.0 (aunque sin duda esto puede contribuir a la mejora).

Ayudarles es permitir su autonomización.

  • Desarrollar su capacidad de secuenciar las tareas para coordinarse mejor.
  • Contribuir a su polivalencia para balancear las tareas cuando sea necesario.
  • Permitir que tengan un plan y no sobre reaccionen a demandas externas que pueden llegar a ser exageradas.
  • Clarificar los criterios que rigen las urgencias.
  • Simplificar las tareas y el portafolio a realizar.

A veces es tan simple como que cada uno haga lo que mejor sabe hacer, o lo que se le ha designado hacer. Pero de manera coordinada.

Pura supervivencia.

La coordinación, imprescindible.

La coordinación es imprescindible. Y no siempre el coordinador debe ser el responsable del proceso. Debe ser quién mejor visión global tenga.

Definir quién hace qué en cada momento es coordinar.

Definir quién hace qué y ordenarlo en cada momento es coordinar sin delegar. Coordinar con sobre consumo de recursos.

Definirlo una sola vez y montar un sistema visual de #gestión interno para que se haga sin estar pendiente de ello es #coordinar delegando y con un #liderazgo implícito.

La definición de esta autonomía en el proceso y la definición de este líder coordinador nos permite llegar a la conciencia eficiente.

Aún de manera un poco forzada, hemos llegado al estado deseado.

Corremos menos, discutimos menos, nos justificamos menos, nos ayudamos más, sabemos lo que esperan de nosotros, trabajamos como un equipo.

Ahora es el momento de dejar los procesos.

Es el momento de las personas.

De generar foros de retos. De idear. De redibujar y rediseñar. De generar más polivalencias. De evolucionar metodologías.

De estar preparados para la próxima ola o cambio en el entorno.

Porque lo habrá.

Pero de manera inconsciente, la organización estará preparada para ello.

Es posible construir un equipo inconsciente eficiente.

El primer paso es que sea conscientemente ineficiente.

 

Oriol Pastor Utzet 


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